agosto 07, 2011

SECTAS "ESPIRITUALES" EN ARGENTINA

Fuente: Tiempo Argentino Florencia Halfon-Laksman

Las víctimas reciben asistencia de una red latinoamericana

Denuncian en la justicia a líderes espirituales por “métodos sectarios”

Se trata de Isha, que lleva su prédica a las cárceles y recibió consulta de varios famosos como Graciela Borges u Osvaldo Laport. El otro es Mehir, quien está prófugo en una causa que se tramita en Córdoba por varios delitos.

Isha y Mehir, dos líderes espirituales que logran congregar, por separado, miles de seguidores en la Argentina y América Latina, fueron denunciados por algunos de sus ex discípulos por “reducción a servidumbre, estafa y ejercicio ilegal de la medicina”. Isha se enteró de la denuncia por Tiempo Argentino, mientras que Mehir se encuentra prófugo de la justicia y una de sus asistentes está presa.

Isha Judd es la autora de “un método de control mental” que se implementó en la Argentina hace al menos cinco años, y que desde 2010 se trasladó a presos de las cárceles locales, además de las de México, Chile y Brasil, para ayudarlos a reinsertarse en la sociedad. Se define como una “maestra espiritual”, y escribió cuatro libros que fueron traducidos a varios idiomas. Tiene un centro en Uruguay y otro en la Argentina y viaja por el mundo dando charlas. Graciela Borges, Raúl Taibo y Osvaldo Laport son algunos de los famosos que consultaron su método.
La denuncia judicial contra Isha se presentó en la fiscalía porteña Nº 13, un día antes de que comenzara la feria judicial de invierno.
Paula y Silvina L. son mellizas, tienen 37 años, y son dos de las denunciantes. Paula se muestra asustada. A pesar de facilitarle fotos e información a este diario, pidió que su apellido no figurara en la nota. También se la ve perdida: demora varios minutos en calcular qué edad tiene y cuántos fueron los meses que estuvo involucrada en el grupo de Isha, a los cuales califica como “un calvario”.
En 2005, trabajaba en una banca telefónica, en el microcentro. Cuenta que estaba muy estresada hasta que, en una feria de terapias alternativas, encontró uno de los libros de Isha. “Me interesó, llamé por teléfono, y me invitaron a una conferencia gratuita –relata–. Me sentí atraída porque me prometían el paraíso: un sistema de amor y autosanación que se expandiría adentro mío.” Paula y su hermana pagaron 100 dólares y fueron a un seminario de dos días para que Isha les enseñara el sistema.
Según relata, lo que les transmitió fue que lograrían aquella ansiada alegría “de forma mecánica”, repitiendo cuatro frases: “Alabanza al amor por este momento en su perfección”; “gracias al amor por mi experiencia humana en su perfección”; “amor me crea en mi perfección”; y “ohm unidad”. Describe la alumna: “Mientras repetíamos las tres primeras, debíamos llevar la atención al corazón. Y en la última, había que llevar la atención a la base de la columna vertebral e ir subiendo hasta la coronilla. En realidad, funcionaba de modo mecánico porque eso que nos sugería era una hipnosis.”
Después de ese fin de semana, siguieron yendo a los grupos: “Como en toda secta, nos empezamos a distanciar de amigos y familia porque no entendían de lo que hablábamos. Por eso sólo nos reuníamos con gente del grupo.” Allí les ofrecieron viajar a Canelones, Uruguay, para hacer el “entrenamiento de maestros”. Dice Paula: “Captan gente que está en situación vulnerable y le prometen viajar con ellos por el mundo enseñando el sistema, ganando dinero y experimentando la iluminación.” Y reconoce, con pudor, que ella y la hermana accedieron a hacer ese entrenamiento y que para ello debieron pagar 6000 dólares cada una. “Nos endeudamos, pero nos hizo un descuento: la tarifa real era de 10 mil”, aclara.
Paula describe que el entrenamiento consistía en acostarse en colchonetas y practicar el ritual de las frases, con los ojos cerrados, durante 18 horas diarias. “Pero lo hacíamos seis horas por día. El resto del tiempo debíamos dar servicio en el hotel de Isha, atendiendo, cocinando, lavando platos y sirviendo las mesas, con la excusa de que hacer servicio nos iba a ayudar a remover el estrés”, denuncia y dice que a la mañana y al mediodía sólo podían comer fruta pasada, y que a la noche sólo estaban autorizados a comer un plato de tarta o arroz con porotos. “Estaba prohibido todo lo demás. El objetivo de sacarnos las proteínas era dejarnos estúpidos. Yo bajé 35 kilos”, repasa y sigue sin parar: “Después de los siete meses, pasamos a ser esclavos de tiempo completo en el hotel.”
Paula dice que un día, Silvina contrajo una infección en el oído. Y que cuando llegó el médico –al que, según Paula, la gente de Isha demoró una semana en llamar–, le informó que estaba viva “de milagro” porque su cabeza estaba demasiado inflamada y la infección podía haberle alcanzado.
Otro de los detalles de la denuncia es que aquellos que se estaban entrenando debían participar todas las noches de un mitín donde era obligatorio expresar juicios negativos sobre los compañeros y delatar si cometieron alguna falta. “Yo pensaba que todo era espantoso, lloraba todas las noches. Con mi hermana pensábamos en suicidarnos. Después nos enteramos que algunos llegaron a hacerlo, pero en el grupo me decían que esa sensación era parte del proceso”, cuenta Paula y recuerda que en esos encuentros sus compañeros llegaron a decirle “gorda, me das asco” y que ella tampoco se quedaba atrás en el maltrato.
Paula y Silvina volvieron a Buenos Aires después de un año, cuando su mamá llamó al hotel y consiguió que la comunicaran –cosa que había intentado, sin suerte, “otras cien veces”– porque el padre de las mellizas había muerto. En los tres meses que estuvieron de vuelta en casa, seguían venerando a Isha pero no querían volver.
Paula viajó a buscar las cosas que le habían quedado, pero dice que se encontró con que la pantalla de su computadora estaba rota y el contenido, borrado, además de que le faltaba ropa en la valija. Antes de regresar, firmó un papel que le prohibía mencionar a Isha y divulgar lo que sucedía ahí. “Decía que yo no estaba apta para enseñar el sistema y que habíamos estado 18 horas por día practicando el método en las colchonetas. Esa pavada fue el click que me hizo pensar que esa gente, a la que yo veneraba, me estaba mintiendo. Hasta ahí, me creía una fracasada”, advierte.
Un año más tarde, cuando la mamá de las mellizas instaló Internet para sacarlas de la depresión en la que estaban sumergidas, encontraron la Red de Apoyo de Víctimas de Sectas y ahí pidieron ayuda. Myrna García, consejera y coordinadora de la Red, explica que su grupo de apoyo sin fines de lucro “nació por la urgente necesidad de ayuda profesional que tenían las víctimas de una secta en Puerto Rico y ahora se expandió a varios países, entre ellos la Argentina”, desde donde asegura que recibe la mayoría de las denuncias.
Ante la noticia de la denuncia, voceros de Isha dijeron a Tiempo Argentino: “Estas personas que hacen la denuncia firmaron un documento al entrar a nuestro entrenamiento donde informaron que estaban medicadas por problemas psiquiátricos. Además, una abogada que compartía habitación con una de ellas puede testificar que esta persona no fue para aprender sino para criticar.” Los abogados de Isha enviaron algunos de esos documentos a esta redacción.
El representante en el país de la red de apoyo a víctimas es Héctor Walter Navarro, un abogado rosarino, perito judicial en casos de sectas, que ayuda ad honorem a quienes denuncian hechos similares a los de Paula. Por ello también tiene contacto con los denunciantes del “Maestro Mehir”, o Mario Darío Indij, un gurú que reside en la localidad cordobesa de Villa Carlos Paz.
Por una nota que salió en el diario La Voz del Interior en junio pasado, el fiscal local de Instrucción Nº 2, Ricardo Mazzuchi, inició una investigación de oficio y Navarro le aportó cuatro presuntas víctimas dispuestas a acusar a Mehir por los delitos de reducción a la servidumbre, asociación ilícita y estafa.
En la nota del diario cordobés, el periodista Sergio Carreras escribió que Mehir “cree que todas las mujeres son siniestras y las convence de que les otorgará iluminación espiritual a través del sexo, método que lo ha transformado en el probable padre de unos 17 hijos, con diferentes discípulas”. Navarro explicó a este diario que Mehir “les hace confesar a sus discípulos sus traumas juveniles y después se aprovecha de eso para humillarlos. Una de sus normas es que está absolutamente prohibido hablar de él, ni siquiera para contar que se lo cruzaron por la calle. Una chica denunció que Mehir la había tratado de violar y la avergonzaron.”
El 2 de julio, el Cuerpo Especial de Policía de Córdoba salió en buscar de Mehir porque el fiscal había pedido su detención. Aún no pudieron encontrarlo, pero quien sí quedó presa fue la asistente Miriam Macías. Mientras tanto, sus discípulos crearon una página web para defenderlo.